Conociendo Moquegua

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sábado, 20 de junio de 2015

El Puquio de los camarones

Antiguamente, cuando pocos eran los habitantes del pueblo de Muylaque, se tenía terminantemente prohibido aproximarse a determinadas quebradas, porque se decía que en éstas vivía el demonio. Se presentaba a las personas en forma de animales extraños y si alguien lograba verlos enloquecía para posteriormente morir. Pasaron muchos años, y las recomendaciones fueron quedando en el olvido. Las nuevas generaciones construyeron sus caminos de herradura por estos lugares pasando por alto las advertencias de los ancianos. A determinadas horas se oían conversaciones, risas y lamentos ajenos a las personas que por allí transitaban. Dicha quebrada tenía cortaderas (Paja utilizada para el techado de las casas.) en abundancia.Cierta vez se dirigió al lugar un grupo de jóvenes con mucha necesidad de las cortaderas. Uno de estos jóvenes de repente tuvo mucha sed y se dirigió a un ojo de agua o puquio que por allí había. Cuando llegó al puquio, vio con gran sorpresa en el agua unos inmensos camarones; loscogió y los escondió para no compartirlos con sus amigos,y los llevó a su casa. Allí preparó un suculento chupe de camarones. La familia, muy complacida, comió y bebió hasta la última gota del sustancioso chupe. No pasó mucho tiempo, y la familia, toda la familia, murió. Según especulaciones de la gente, se dice que los camarones estaban encantados. En la actualidad, el lugar es temido. A determinadas horas se oyen lamentos, música de quena so conversaciones; se ven grandes serpientes, sapos y a una viejita muy arrugada y desconocida que parece pedir ayuda, pero las personas no se le acercan porque creen que puede ser también un encanto. Los camarones siguen apareciendo en el puquio, pero nadie los coge. Las gentes pasan rápidamente orando o gritando para que nos les suceda nada.

El Condenado


Esta historia comenzó muy repentinamente. Para ser más exacto en el año de 1810. La ciudad, la antigua ciudad "de la eterna primavera", estaba tranquila, hasta que en una noche se sintieron lamentos en una casa muy cerca al cerro que lo llaman El Siglo; a una mujer lloraba desesperadamente con su hijo, y decía que se iba a ir con su hijo. Salieron desesperados hijo y madre. 
No tenían adónde ir, porque no tenían familia alguna y se fueron por el cerro para esperar que amanezca. Se llegaron a sentir muy temerosos, y buscaron un lugar. La mujer estaba sangrando porque su pareja le había golpeado demasiado la cabeza. Estaba ebrio el hombre que le había hecho esto. Llegaron a la cima y acomodaron lo poco que llevaban en el suelo y se acostaron. Tomaron el sueño. En un momento sintió el niño ruidos de llanto y quejidos. Se dirigió hacia donde venía el sonido y encontró a una persona que subía por el cerro muy apresuradamente, una persona descuidada, -horrible, se fue acercándose cada vez más y observó que tenía largo su cabello, con su barba y dientes sobresalientes, entonces escuchó que le dijo "Ayúdame" desesperado. El niño le preguntó "¿De dónde vienes? ¿Quién eres?" Respondió: "Soy una persona que está cumpliendo su castigo, hijo. ¿Tienes agua?" El niño le dijo que no. El hombre le habla y le dice: "Te pareces tanto a mi hijo que se quedó aquí en la tierra, hasta tienes la misma edad". Lo miraba engañosamente, porque lo que decía era mentira, sólo lo hacía para que se acerque el niño más y tratar comerlo. El niño lo hizo con temor y el hombre se arrojo encima de él muy apresuradamente. El niño trataba de defenderse y gritaba: ¡Auxilio! ¡Mamá!" La mujer apresurada y desesperada corrió, y le arrojó piedras. En eso, cayó el hombre y se dio cuenta que no tenía pies, estaban cortados, o sea gastados de tanto caminar. El individuo se alejó sin dar ninguna razón del porqué de su desaparición.
La mujer con su hijo contaban esto, lo que les había pasado, y nadie les creía hasta que escucharon cada día más estos sonidos. Estas personas eran enviadas para que paguen sus pecados, es decir, nuestro Señor les daba este castigo que caminen por todo el mundo hasta que se les. Gaste los pies y recién podían descansar en paz.

Encuentro entre Cambruneños y Chilenos



Desde la primera hora del día del rodeo que realizarían los pobladores de Cambrune, amanece el pueblo con sus calles vacías, limpias y silenciosas. Poco a poco los hombres se preparaban para ir al rodeo. Serían las tres de la mañana cuando ya partían para reunirse en las pampas de Chilligua donde todos los jinetes deberían reunirse para así juntar todo el ganado que lo habían dejado en los pastizales de la comunidad; pero antes de eso, ya sabían de la derrota de los peruanos en la batalla de los Ángeles en Moquegua. El alguacil de todo el grupo les había dicho que todos deberían llevar su onda. El grupo estaba conformado por cincuenta personas, cada uno con su caballo y su onda.
Era las nueve de la mañana y todos ya estaban listos y reunidos en el punto de encuentro, para así realizar el rodeo. El alguacil dijo que nos vamos a separar en cinco grupos. Los cinco grupos ya estaban separados cuando del grupo del alguacil, uno de los integrantes se dio cuenta de un grupo de personas en el cerro de Torrecillas. Los hombres estaban con una bandera. El alguacil y su grupo estaban en el cerro El Confital y el cerro de Ancuyo. Los cambruneños seguían caminando, después de media hora de camino se encontraron con los chilenos que estaban descansando.
Los chilenos les preguntaron a los cambruneños: "¿De dónde son ustedes?", y los cambruneños no les respondieron. Los chilenos dieron un disparo. "¡Alto! ¿De dónde son ustedes?", y los cambruneños les respondieron: "Nosotros no somos peruanos ni chilenos. Nosotros somos cambruneños". Entonces los chilenos murmuraron diciendo: "Creo que invadimos otro país". Y los chilenos se retiraron y los cambruneños seguían reuniendo el ganado.
Esto sucedió en las pampas de Costillas en el año de 1880.

La Sirena




En el lejano distrito de Lloque vivía un joven de nombre Juan. Cierto día se le apareció una señorita, la cual era idéntica a su enamorada, y le pidió que le acompañase a una fiesta de cumpleaños. El joven, convencido de que era su enamorada, le complace el pedido, y se pusieron en camino ambos. Cuando llegaron al pie de una quebrada apareció un señor que se dirigía hacia el pueblo; el señor al ver que el joven se dirigía solo hacia el desierto y en horas de la tarde, le pregunta ¿a dónde vas a esta hora? El joven le dice: Estoy yendo a una fiesta de cumpleaños con mí enamorada. El señor, sorprendido por la respuesta, le dice que no había ninguna fiesta por allí y que además no había ninguna señorita que le acompañaba, porque a simple vista no había nadie con él. Posteriormente, el señor lo regresa hacia el pueblo dejándolo en su casa. 
Después de poco rato se le vuelve a presentar la misma señorita diciéndole que por qué le había dejado sola, y se lo lleva de nuevo; pero esta vez, un grupo de jóvenes vieron pasar, al joven, gritando como un loco. Al ver esto los jóvenes lo siguieron tratando de alcanzarlo, pero éste no se dejaba atrapar; hasta que finalmente lo encontraron tirado a las orillas de un manantial botando sangre por la boca y la nariz. Los jóvenes lo trajeron de regreso a su casa. 
La falsa enamorada era en realidad una sirena. 

viernes, 19 de junio de 2015

La bruja


Cuentan que una vez, una noche de luna llena, un patrullero de la Guardia Civil encontró una pava caminando por la calle Lima de la ciudad de Moquegua. 
Los guardias pensaron que la pava había fugado de una de las casas, y por esa noche estaban de suerte porque al día siguiente comerían pavo al horno. Al momento de hacer querer subir la pava al patrullero opuso resistencia, por lo que optaron los guardias a golpear con garrote las alas de la pava y así lograron subirla. La llevaron a la comisaría y le reportaron al sargento de servicio el sorprendente hallazgo de la pava. Inmediatamente corrió el rumor del hallazgo de la pava y los guardias que no estaban de servicio fueron los primeros que se levantaron a hacer su aseo y miraron por la ventanilla del calabozo y grande fue la sorpresa que en vez de una pava vieron una mujer desnuda. De inmediato dieron parte al sargento, y efectivamente encuentran una mujer desnuda que tenía los hombros con moretones. Esta mujer le pidió al sargento que le preste un abrigo; entonces, el sargento pregunta a la mujer cuál era su casa y cómo es que ella estaba convertida en pava, y ella responde que es una bruja y es por eso que se convertía en un animal y que su esposo era un suboficial del Ejército y que la noche anterior su esposo estaba de servicio; y luego le pidió que la trasladasen a su casa antes de que llegue su esposo. La mujer le da los datos personales de su esposo. También le pidió al sargento que no dijera a nadie de lo sucedido; pero el sargento trató de ubicar al suboficial hasta que lo encontró y se fueron a un bar y mediante unos tragos el sargento le relató el caso de la mujer que era una bruja. Entonces el suboficial sabiendo lo de su mujer se hicieron buenos amigos y le pidió ayuda al sargento para descubrir el misterio de su mujer. 
El sargento y el suboficial salieron con dirección al óvalo. Buscaban una explicación a lo sucedido y encontraron a un anciano vendiendo crucifijos) de acero; y el sargento pregunta al anciano "¿Cuál es la fuerza negativa para Satanás?"; el anciano respondió: "El crucifico de acero", y el suboficial compró el crucifico y el anciano le recomendó cómo usarlo y que siempre debía cargarlo, y su mujer o bruja no tenía que verlo. 
Un viernes por la noche el suboficial se dio cuenta de que su mujer se alejó de la cama con bastante cuidado y se dirigió al ropero de dónde sacó un pequeño baúl que contenía unas velitas, un libro de magia, pomada y una estatuilla de oro en forma de gallito. La bruja pone la estatuilla en la mesa, lo cual había servido para hacer dormir mucho más profundamente a los que se encontraban en casa durmiendo. Su esposo no se durmió profundamente porque tenía el crucifico que contrarrestaba el encanto de la estatuilla y observó todo lo que su mujer hacía: Primero se desnuda, luego dice oraciones con palabras mágicas y malévolas, luego se frota el cuerpo con la pomada y abriendo los brazos comienza a flotar y sale volando por la ventana sin abrirla. O sea todos los pasos dichos anteriormente le permitían traspasar paredes, ventanas y todo tipo de muros como un ser espiritual. 
El esposo luego de observar todo, comienza a repetir lo que hizo su mujer bruja y salió igualmente volando por la ventana hacia una oscuridad interminable, y fue percibiendo un sonido como de un silbido a medida que se iba acercando a la luz que vio de lejos, y el sonido iba aumentando. Al estar cerca se detuvo y vio perfectamente claro lo que pasaba. En esa luz se encontraban varias mujeres, dentro de ellas su esposa, danzando un ritual alrededor de Satanás. El esposo no pudo soportar el frío que hacía, y al eliminar gas votó la velita y sorpresivamente desapareció todo y comenzó a caer y caer, hasta que cayó en medio de un barranco rodeado por cactos, y la mujer bruja lo buscó y lo encontró allí, y lo llevó de vuelta a su casa. Entonces, el esposo sin más explicación le pidió el divorcio y se separaron para siempre y nunca más se volvieron a ver. 

El encanto de Acacollo

Hace mucho tiempo del Cerro Acacollo bajó una señorita en forma de nube. Caminaba lentamente y se acercaba a la casa donde estaba viviendo un joven. Y esa noche había venido tarde a la casa, y cuando estaba por llegar a la puerta se aparece la señorita y él no sabía qué hacer, porque el encanto se acercaba más y más. Corrió a la puerta y de la puerta volteó para ver si estaba la aparición, pero ya no estaba, y volvió a tocar la puerta. Eran las 12 de la noche. Unos han escuchado que lloraba un bebé en ese "callejón de los geranios". Otros, en una piedra grande y larga que hay por allí, encontraron una culebra grande y amarilla. Por eso todo el que no cree, muchos de ellos mueren. El encanto camina como una señorita con vestido rosado, largo, igual a las quinceañeras; mayormente encanta a los hombres y jóvenes. 
Una noche, como a las diez, bajaba de Acacollo la señorita con dirección al taller que se encuentra más abajo del cuartel Mariscal Nieto. Entró directo a la casa. Allí, fue encontrada, sentada sobre la cama, por la señora de la casa. La señora volvió al segundo piso a buscar a su esposo; y cuando bajaron los dos para mirar, ya no se encontraba nadie: el encanto había desaparecido. 
En esa casa la gente no puede dormir en el primer piso, que sólo es un taller de mecánica de carros; solamente duermen en el segundo piso, porque la señorita de Acacollo viene a descansar todos los días en el primero. Ahí siempre está, además las personas pueden desaparecer o volverse locas. 

El Señor en San Cristobal

Cierta vez este hecho sucedió en el pueblo de San Cristóbal, que un día como cualquier otro día, una pareja decide contraer matrimonio y posteriormente llega la fecha señalada del matrimonio; y estaban festejando con alegría y entusiasmo muy felices por el matrimonio. 
Los familiares y padrinos recibían los invitados, y se sorprendieron cuando vieron a un señor que se acercaba bien vestido, elegante, que se acercaba a felicitar a los contrayentes del matrimonio. Él fue bien atendido. De pronto se apareció un anciano todo traposo y desgastado con la flema afuera toda de color verdoso; estaba todo sucio. La gente lo observaba una y otra vez. No veían la hora en que se marche de la fiesta, pero el anciano fue a pedir un poco de comida, la gente le respondió que ya no había comida; y todos murmuraban que se fuera, porque daba un mal aspecto en la fiesta. Con la ruidosa música algunos no se dieron cuenta de que los padrinos habían planeado expulsarlo de la fiesta a las malas. Luego forzosamente lo expulsaron. El anciano se fue dando unas miradas a la fiesta. 
El anciano al ser expulsado de la fiesta se encuentra con una señora embarazada. Ésta al ver al anciano sintió compasión. El anciano la observaba una y otra vez con unos ojos brillantes y llenos de esperanza. La señora al darse cuenta de la flema que le salía de la nariz, que embarraba su rostro, agarró su pollera y lo limpió. Y de inmediato se dio cuenta de que habían quedado trozos de oro. Quedando muy sorprendida la señora lo llevó a su casa. El anciano le preguntó: ¿Su esposo? La señora le respondió que sí estaba. El anciano le dijo que fuera a llamarlo. La señora fue a llamarlo. Al regreso, el esposo al ver al anciano se sorprendió y también sintió compasión. 
El anciano le pidió una lliclla nueva a la señora, y ella fue a sacarla de un baúl que tenía. La señora se lo dio al anciano y él se limpió la nariz; la flema se quedó convertida en plata y se lo dio a la señora. El anciano le dijo que se marcharan del pueblo pero antes tenían que rociar todo alrededor de su casa con ceniza. Los cónyuges obedientes alistaron sus cosas. 
Ya casi listos para partir, el anciano les prohibió que volteasen la mirada para atrás. Los cónyuges partieron del pueblo que seguía de fiesta, mientras que ellos seguían el camino señalado, sintieron una lluvia de arena; caminaron lo más rápido que podían, mientras que en el pueblo caía una lluvia de arena que lo estaba enterrando entero. Se sentía unos gritos que llegaron hasta la pareja que ya casi estaban perdiendo el cerro, pero tanta fue la curiosidad de ellos que, desobedeciendo al Señor, voltearon la mirada al pueblo y observaron que el pueblo se perdía en polvo, que el Señor los había castigado... Ellos por desobedecer fueron convertidos en piedra, pero el angelito de la señora que tenía en su vientre salió a los cielos. 
Ellos recibieron el castigo de quedar convertidos en piedra por haber desobedecido una orden del Señor, y el pueblo desapareció porque se burlaron y por haber expulsado de la fiesta a un pobre anciano. 
Hasta ahora se pueden observar las estatuas de piedra en San Cristóbal, en una parte elevada y en medio de una quebrada. 











Ángeles y Samé

Esta es una leyenda muy antigua, una historia de amor muy conocida en Moquegua.
Cuentan los antepasados que hubo cierta vez una pareja de jóvenes llamados Ángeles y Samé. En ellos surgió un gran amor. Se enamoraron profundamente, pero sus padres no querían tal unión, especialmente Huaracane, el padre de Ángeles, que luchaba para separar esta pareja de jóvenes, pero no lo podía lograr. Mientras tanto el amor entre ellos seguía creciendo, y de ese amor surgió un niño. Cuando Huaracane se enteró, se enfureció mucho, y encolerizado y dolido por lo sucedido trató de robar al niño, pero no pudo lograr su objetivo. Y como no hubo otra solución, mandó a robar al niño y ordenó que lo enterraran en un baúl. La madre al enterarse que su pequeño había desaparecido, lo buscó junto con Ángeles, pero no lograron encontrarlo. Afligidos por la pérdida de su bebé, Ángeles se convirtió en un cerro, el que ahora llamamos el cerro de Los Ángeles, y Samé se tendió por el suelo, lo que hoy en día es el pueblo de Samegua.
En cuanto al padre de Ángeles, alegre por el triunfo que había tenido al separar" a los amantes, los dioses lo castigaron convirtiéndolo en el cerro Huaracane. En cuanto al bebé de Ángeles y Samé, en el baúl, fue creciendo y creciendo, Y hoy en día lo conocemos como el cerro Baúl.
Para terminar, el cerro Baúl es el hijo del cerro Los Ángeles y Samegua; y Huaracane es el abuelo del cerro Baúl. Todos conforman una familia que un día no pudo unirse por culpa de las terribles acciones de un padre muy celoso e intolerante Huaracane.















Los dos hermanos

La leyenda cuenta que eran dos hermanos, Manuel, un gran hacendado y Jorge que era el hermano más pobre quien con su familia no tenía ni qué comer. Es así que Jorge decide que debía ir a trabajar; y parte una mañana despidiéndose de sus hijos y esposa con un poco de fiambre. Entonces, comienza a caminar, ya que en esos tiempos no existían carros. Cuando caminaba por el desierto para llegar al pueblo más cercano, de pronto, encima de un cerro se le aparece un hombre. Él, educado, le saluda. El hombre le llama y le pregunta: ¿Adónde vas? Jorge le dijo a donde iba y le contó todo lo que vivía su familia. El hombre aquel le pidió que le diera su fiambre porque hacía días que no comía. Jorge, a pesar de que también tenía hambre y sólo tenía ese poco de comida, se lo dio; luego ese hombre le pidió que se baje el sombrero o sea que se lo quite: Jorge obedeció. Al ratito, se lo devolvió y le dijo que regrese a su casa, pero sin voltear quitarse el sombrero; a lo que Jorge le preguntó: ¿Qué iba a dar a su familia? El caballero aquel le dijo que su familia lo necesitaba y que debía volver. 
Jorge hizo caso y regresó a su casa. Cuando llegó a su casa, le contó a su familia lo que le había pasado, y cuando fue a bajarse el sombrero, allí en su cabeza había mucho dinero. Es así que comienza a comprarse muchas tierras, ganado y alimentos. 
Al ver esto su hermano, envidioso, le pregunta de dónde había sacado tanto dinero. Jorge le contó todo lo que había pasado. Manuel piensa que también irá para allá para que le den lo mismo. Es así que, en la mañana, parte Manuel con el mismo fiambre que llevó su hermano; y en el mismo lugar se encuentra con el caballero y sucedió lo mismo que pasó con Jorge, pero como él tenía hambre no le dio nada de su comida al caballero cuando éste se lo pidió. y tal como le dijeron a su hermano, igual le dijeron a él. Luego al regresar a su casa, pide a su esposa que le bajen el sombrero, y al bajarlo le encontró que tenía dos cachos, más no plata. 
Entonces, al enterarse esto, Jorge recién se da cuenta de que la persona que le dio el dinero era Dios y que no debía ser egoísta ni querer engañar. Y la familia de Manuel comienza a fracasar a causa de este suceso que él mismo ocasionó. 







domingo, 31 de mayo de 2015

"Las cabezas voladoras"

(cuento)
por Giovanni Barletti A.

Aquellos que las han visto o escuchado tuvieron un final fatal y por ello no existe una versión verdadera sobre las cabezas voladoras; salvo la de Gian Franco Ghersi, que no se loqueó ni murió a los cien días, pero en cambio murieron sus cuatro hijos y su esposa desapareció un mal día de manera aún no esclarecida; a sus espaldas se comenta que el viejo Ghersi dio en sacrificio a toda su familia para salvarse, pero fue demasiado para él y se suicidó cortándose el cuello con una hoz hace no muchos años.

Su aparición viene acompañada con una chillido atroz que rompe los tímpanos de quienes lo escuchan y generalmente aparecen en las zonas rurales, en chacras, haciendas y bodegas; sólo se tiene registro de dos apariciones en la ciudad, una en tiempos inmemoriales en el callejón de las siete puñaladas mientras se celebraba un duelo entre dos caballeros moqueguanos, los dos se dispararon así mismos luego de la aparición; y la segunda en el pueblo de Torata en la casa de don Fermín Vargas mientras celebraba una fiesta por su nonagenario, muchos de los presentes se loquearon en el instante y no volvieron a pronunciar palabra, los demás murieron al poco tiempo y sólo se salvó una bisnieta de don Joaquín que hasta ahora no tiene idea de lo sucedido.

Se cree que las cabezas pertenecían a tres brujos que a principios de 1800 mantenían asustada a toda la población moqueguana por sus poderes malignos.

Era fácil encontrarlos, vivían en lo alto del cerro Baúl donde aún se conserva una choza, que cuando no ha desaparecido sirve de entrada al infierno, y donde ellos acudían los hacendados moqueguanos en busca de una ayuda para mejorar la cosecha, pero generalmente eran esas visitas para hacerles daño a otras personas, causando enfermedades incurables e incluso la muerte.

Los pobladores, asustados al máximo, nunca hicieron nada para detenerlos; ni siquiera cuando comenzaron los sacrificios humanos al mismísimo Belcebú, y era cosa de todos los días la desaparición de niños y niñas que nunca más regresaban ni se les volvía a ver.

Cuando el ejército libertador estuvo de paso por Moquegua, alertados por la población moqueguana, se hizo una expedición para capturar a los tres brujos que habían comenzado a pedir cupos, además de mujeres y comida a las familias moqueguanas.

Una vez entregados, fueron linchados y quemados vivos; los gritos de los tres brujos eran tan agudos que hicieron perder la audición a los presentes y fue necesario apagar el fuego. Medio muertos pasaron la noche a la intemperie y se les cortó la cabeza al día siguiente. Sus cuerpos fueron enterrados en el cerro Baúl y las cabezas fueron arrojadas en el río Osmore; pero es probable que en aquella noche interminable, que pasaron con el cuerpo quemado y sin poder morir, hayan hecho un pacto con el diablo y por ello salen de vez en cuando a capturar almas y cobrar venganza.