El monasterio de Santa
Catalina fue fundado en 1575. En dicho lugar, muchas mujeres, jóvenes y viudas,
hicieron sus votos perpetuos. Ana de Monteagudo fue hija de Sebastián
Monteagudo y Francisca Ponce de León; estos últimos, para asegurar la educación
cristiana de su pequeña hija, la internaron en el monasterio cuando contaba con
tres años.
A su edad núbil -los catorce-, Ana fue reintegrada al hogar, pues su
padre la había comprometido con un joven. Ella obedeció, pero desesperada en un
mundo que no conocía, decidió huir de su casa y regresar al convento, en donde
permanecería hasta su muerte.
Ana castigaba su cuerpo con azotes y se sometía a
largos ayunos de pan y agua. Se dice que, entre sus milagros, con sólo aplicar
parte de la tela de su hábito, desaparecían tumores e infecciones.
Fueron
innumerables los vaticinios sobre muertes, enfermedades, recompensas y otros.
Murió el 10 de enero de 1686, tras largos 10 años de penosa enfermedad y fue
enterrada en el cementerio del monasterio. Ese mismo año, el Obispo Don Antonio
de León inició el proceso de su beatificación.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario